14 de abril, la república de todos y todas

El 14 de abril de 1931, dos días después de las elecciones municipales que derivaron en la huida del rey Alfonso XIII, se proclamó la Segunda República Española. Una república que, según la Constitución de diciembre de ese mismo año, sería «de trabajadores de toda clase». Es decir, una república del pueblo y para el pueblo a la que a veces se critica que legislara y actuara sin el pueblo. En todo caso y aunque mejorable, fue un avance sin precedentes en la democracia española y en la equiparación de derechos sociales. Fue, por ejemplo, la etapa en la que se aprobó por primera vez el voto femenino gracias al irrenunciable empeño de Clara Campoamor, quien hubo de luchar con la negativa incluso de su propio partido (Partido Republicano Radical) y de la diputada Victoria Kent (Partido Republicano Radical Socialista), quien pedía aplazar el sufragio femenino por la falta de «fervor democrático y liberal republicano» de las mujeres.

Igualmente fue la república de las letras. No sólo por los grandes intelectuales y personas de ciencias (Federico García Lorca, Antonio Machado, Miguel Hernández, Clara Campoamor, Rafael Alberti, María Teresa León, Juan Ramón Jiménez, Rosa Chacel, Luis Buñuel, Margarita Xirgu, Ramón J. Sender, María Zambrano, Miguel de Unamuno, Miguel de Molina, Jorge Semprún…), sino también por el esfuerzo de llevar la educación a todos y todas. En 1931 el 40% de la población española era analfabeta. El primer Gobierno de izquierdas de la Segunda República se propuso revertir esta situación creando 7.000 escuelas en 1931, otras 2.580 en 1932 y 3.990 en 1933 antes de la entrada de la derecha en el Gobierno -datos de Pérez Galán recogidos por Ian Gibson-. En total, 13.500 escuelas en dos años y medio. Para hacernos una idea, en los treinta años anteriores se habían creado en España 11.128 escuelas. Otros proyectos como La Barraca del joven y entusiasta García Lorca, llevaron el teatro a los lugares más recónditos. Era una república preocupada por insuflar el espíritu crítico en su gente. Dotar al pueblo de las herramientas necesarias para defender sus derechos. Derechos que, en muchos casos, la República le dio por primera vez en España a las personas más humildes.

Lamentablemente, en 1936 llegaría el infame golpe de Estado del fascismo ultraderechista que desembocó en la Guerra Civil. Una brecha que abrió una herida entre españoles que aún perdura porque la transición democrática no intervino lo suficiente en la reconciliación. Hoy asistimos, con miedo, a un enfrentamiento verbal, rozando lo físico, cargado de rencores y odios en un sistema de monarquía constitucional que ha demostrado saber saltarse la Constitución a su antojo. Precisamente por eso, no se nos puede olvidar, en este 14 de abril, el espíritu de aquella segunda República que se constituyó como un sistema democrático de «trabajadores de toda clase», una España en la que no sobraba nadie y en la que a nadie debía faltarle de nada.

José Ibáñez, responsable de comunicación de Adelante San Juan.

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